Las leyendas extremeñas nos muestran una mezcla extraordinaria de historia, tradiciones y relatos que nos hace darnos una idea del legado inmaterial que tenemos en la región extremeña.

La caldera del portugués

Hace mucho tiempo en la ciudad de Badajoz había una tradición que, durante la procesión del Corpus Christi, marchara por delante un hombre portando una gran caldera de hierro y, que a su vez, su origen proviene de un hecho ocurrido dentro de los diferentes festejos que tenían lugar durante esta fiesta tan solemne.

Leyenda extremeña en Badajoz, la caldera del portugués

Se llevaba a cabo una carrera que consistía en que un caballero que daba la mayor cantidad de vueltas posibles a un círculo señalado portando el pendón de la ciudad sobre su caballería.

En la víspera del Corpus del año 1384 se reunieron en la vecina ciudad portuguesa de Elvas varios jóvenes, entre ellos el sobrino del Gobernador. Tramaron apoderarse del estandarte y llevarlo a la ciudad portuguesa. Al día siguiente, éste se inscribió en la carrera y al tocarle el turno de llevar la gloriosa insignia, puso a galope su caballo emprendiendo velozmente una carrera en dirección a Portugal.

Castillo de Elvas

Aunque los habitantes de Badajoz tardaron en reaccionar, una vez recuperados de la impresión, la caballería de la ciudad partió en su persecución con el deseo de vengarse.

El portugués sin detener a su caballo se dirigió hacia una de las puertas para entrar en Elvas, pero no pudo debido que el puente de entrada estaba levantado, dirigiéndose a la siguiente que también estaba cerrada, por lo que arrojó el pendón por encima de la muralla exclamando al caer junto a su caballo al foso:

Muere el hombre, pero obtiene la fama

Los caballeros españoles lo detuvieron, lo hirieron de gravedad en aquel lugar con sus armas, posteriormente fue ejecutado públicamente y su cadáver fue arrojado a una caldera de aceite hirviendo.

Arco del Cristo

El Arco del Cristo, o Puerta del Río, era una de las cuatro puertas de la ciudad de Cáceres que los romanos edificaron a su paso por esta ciudad.

De las cuatro partes tan sólo queda la Puerta del Río, las otras tres fueron derribadas. Estas puertas estaban flanqueadas por torres albarranas perfectas para la defensa de la ciudad.

El Arco del Cristo fue construido con grandes sillares y bóveda de medio cañón. En su interior se encuentra una pequeña hornacina con un cuadro de Cristo, del siglo XIX. De ahí le viene su actual nombre y adosada a esta puerta se aprecia la Torre del Río o del Concejo.

En este espacio tan peculiar existe una leyenda y que ha permanecido a lo largo de la historia. En este arco había un farol cuya luz iluminaba la hornacina donde estaba Cristo Crucificado.

¿Qué paso en el Arco del Cristo?

La historia nos cuenta que en el siglo XV los caballeros D. Gutierre de Saavedra y D. Fernán de Perero se enamoraron de una bella dama, Dª Inés de Aldana. Por lo que ambos decidieron batirse en duelo fijado cuyo ganador se casaría con la joven dama.

El sitio elegido para el mortal encuentro fue el Arco del Cristo. Empezaron a luchar y durante la pelea la vela se apagó por lo que decidieron parar y en ese momento la vela se volvió a encender.

Continuaron con el duelo y ocurrió lo mismo en tres ocasiones, por lo que los nobles miraron a la hornacina y se quedaron sin palabras porque parecía que el Cristo le estaba mirando.

Era una señal de que el Cristo no quería que se mataran por una mujer. Ambos caballeros decidieron ir a la casa de Dª Inés y que ella eligiera. Pero se llevaron una gran sorpresa cuando vieron a la dama en la ventana de su hogar despidiéndose de un joven del que parecía estar enamorada.

Al contemplar la escena y viendo que dicho sufrimiento no hubiera servido de nada, hicieron las paces y en agradecimiento al Cristo juraron que nunca le faltaría la luz. Ambas familias se encargaron de que tanto el Cristo como el Arco siempre estuvieran ambos iluminados. Y eso se llevó a cabo a lo largo de la historia.

“La Cava”

En el siglo VIII, en Hispania, D. Rodrigo era quien gobernaba, y en Ceuta el Conde D. Julián. Éste tenía una hija muy hermosa llamada Florinda, conocida como “La Cava”.

D.Julián envió a Florinda a la corte de D. Rodrigo en Toledo, con el fin de que fuera educada y encontrar un marido de clase noble.

En aquella época, D. Rodrigo sufría la sarna y Florida se ocupaba de curar al monarca con un alfiler dorado. Con el paso del tiempo, el rey comenzó a fijarse en la joven hasta que un día, en contra de la voluntad de Florinda, consiguió forzarla para consumar el acto.

Una de las leyendas extremeñas

Florinda, muy dolida por lo que había sucedido, avisó a su padre a través de una serie de regalos entre los que había un huevo podrido. Su padre, al recibirlo, supo que algo no iba bien y decidió viajar hasta Toledo para reclamar a su hija. D. Rodrigo sin poner impedimento ninguno se la entregó a su padre.

D. Julián, muy ofendido y con una tremenda sed de venganza, se lo contó todo al obispo de Sevilla, D.Oppas, con el objetivo de que este negociara con Musa Ibn Nusair, su entrada en la península, facilitando el paso de las tropas musulmanas y conquistar Hispania.

La joven, al quedar embarazada del rey D. Rodrigo, decide refugiarse junto a su padre en una fortaleza, ubicada en la localidad de Torrejón el Rubio. Aquí fue donde nació su hijo, un hermoso pequeño infante con un gran parecido al rostro de su madre.

Cuenta la leyenda que el espíritu del infante camina por las noches entre las ruinas del castillo, secuestra a las jóvenes que pasan por el lugar y terminan desapareciendo entre las ruinas de la fortaleza, con el fin de formar un ejército y reconquistar el trono que le pertenece.

Si continuas utilizando este sitio aceptas el uso de cookies. más información

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para «permitir cookies» y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en «Aceptar» estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar