Extremadura también tiene numerosas y terroríficas leyendas e historias, que han asustado a aquellos que se han topado con seres malvados, fantasmas, brujas y cualquier ser que viene a darnos ¡un buen susto!

El enigma de «La Buha» de Orellana

Por el siglo XVIII, en la Calle Real de la localidad de Orellana la Vieja, vivía una mujer pobre y con poca decencia. Normalmente pasaba sus días en un estado de ánimo lúgubre, oscura y siempre como compañero un gato negro.

Al verla, todos los vecinos huían de ella pavoridos y relataban que en su morada se hacían trapicheos e incluso vendían algunas drogas. como la mandrágora.

Una leyenda terrorífica sobre la Buha

Esta mujer tan misteriosa se llamaba Calamanda, pero era más conocida por ser una bruja (buha), por ser tan extraña y por sospechar que se dedicaba a la elaboración de pócimas y hechizos.

Un día, junto al río Guadiana, La Buha se reunió con otras brujas de la zona en un aquelarre.

Su intención era invocar al mismísimo Satanás, pero al llevarlo a cabo, provocaron un incendio donde murieron todas las brujas, excepto Calamanda, que huyendo del incendio cayó despeñada por un barranco.

Según cuenta la leyenda, entre los muros del Castillo de Orellana, habitó un fantasma.

En esta fortaleza vivieron Los Valdivia, una familia que abandonó el castillo horrorizados por las apariciones de este fantasma. Al poco tiempo, Pedro de Soto, compartió el castillo durante años con dicho espectro. Un día, el fantasma desapareció, misteriosamente en el mismo día que La Buha apareció muerta.

La monja de Garganta la Olla

Según la leyenda, un pastor llamado José estaba cuidando de su rebaño en una finca “La Casilla”, en las inmediaciones de la localidad de Garganta la Olla.

Una tarde de otoño comenzó a llover con mucha fuerza, mientras que el viento era tan fuerte que le empujaba a contracorriente. El pastor logró encerrar a sus cabras, y se refugió en la cabaña. Encendió el fuego y estuvo al resguardo toda la noche, esperando que la tempestad pasara.

La monja de cuatro pata en Garganta La Olla, Cáceres

Un murmullo que provenía del exterior llamó la atención del pastor. Al abrir la puerta, en medio de la oscuridad de la noche, vió un grupo de monjas que murmuraban entre ellas. Una de ellas se acercó y entró en la cabaña sin decir nada.

José extrañado le preguntó qué quería, pero la monja no contestaba. Aun así, el pastor la invitó a pasar y acercarse al fuego para que entrase en calor.

José se agachó para echarle más leña a la hoguera, cuando al mirar a los pies de la monja vio las pezuñas de un chivo.

Asustado, el pastor exclamó “¡Jesús!”, que hizo que esa extraña mujer con pezuñas de chivo se levantara y escapase corriendo de la cabaña.

Una bestia de cuatro patas

Dicen que por el siglo XVI, un monstruo terrible sembraba el pánico en los alrededores de Ahigal (Cáceres). Se cree que este ser proviene de un castigo de Dios, para remendar las malicias que cometían los pastores con sus rebaños.

Al monstruo lo llamaban Escornau. Era una bestia de cuatro patas, mitad carnero, mitad jabalí, con un gigantesco y brillante cuerno en mitad de la frente.

Este animal tenía un oído fino, un olfato muy desarrollado y una vista de lince. Siempre dormía con un ojo abierto, para acechar a cualquier presa. Sus ataques eran de manera sigilosa y con rapidez.

Escornau

Cazaba tanto personas como animales, pero era con las mujeres que se mostraba mucho más feroz, aunque las palomas eran su gran debilidad.

Sus ataques siempre lo realizaba en los montes y sierras, aunque alguna vez lo vieron cerca del Arroyo Palomero en Ahigal.

Los ciudadanos ya cansados de que el Escornau matara a tanta gente, decidieron ir a por él, pero no encontraban la manera de atravesar su piel.

Pasado un tiempo, varias mujeres de la localidad de Ahigal, que portaban el estandarte de la Cofradía de la Virgen del Rosario, se encontraron con este animal feroz en el “Canchu la Sangri”. Él las intentó atacar pero se quedó paralizado antes ellas. Su cuerpo empezó a hincharse hasta que reventó.

Lo único que quedó intacto del Escornau fue su cuerno, llegando a ser tratado como una reliquia. Se expuso en la ermita del Cristo. Era usado como remedio de diferentes males como: la esterilidad, el insomnio, etc.

El obispo de Coria, a finales del siglo XIX, visitó el municipio de Ahigal y allí contempló que los vecinos confiaban más en el cuerno que en sus plegarias, por lo que decidió llevárselo a Coria y desde entonces se ha perdido su pista.

La Pantaruja

La figura de la Pantaruja está muy extendida por Extremadura. Se trata de un espectro envuelto en sábanas viejas y harapos. Según nos cuenta la tradición, se llevaba a aquellos niños que no querían dormir.

Son muchos los pueblos extremeños que desde hace años dicen haberla visto en más de una ocasión. Y es por ello que se nombra de diferentes formas: Pantarujas, Pantarullas, Mantaruja, Marimanta…

Según los testigos que la han visto, dicen que durante la noche recorre las calles escondiendo su cara bajo una capucha, portando una vela o antorcha, se mueve de forma rápida y en ocasiones camina arrastrando sus pies descalzos por las oscuras y empedradas callejuelas dando la sensación que está realizando alguna penitencia.

La mayoría de los encuentros con este fantasma suelen ser de madrugada. Vestida con su túnica blanca y una capucha realizando unos movimientos extraños. Cuando es descubierta echa a correr a tal velocidad que se pierde de vista en un abrir y cerrar de ojos.

Saucedilla y su fantasma

Un oscuro e insólito personaje aterrorizó un pueblo de Cáceres, Saucedilla, por el año 1983. Unas apariciones de una terrorífica criatura a adolescentes de la localidad sembrando el terror.

Se trataba de una extraña sombra que caminaba con un paso lento, su estatura era descomunal y llevaba una vestidura larga y oscura.

Extraña sombra andando por la localidad cacereña de Saucedilla

Varios habitantes la vieron en diferentes lugares del pueblo. La descripción según ellos era casi la misma: una gran sombra que no tocaba el suelo y que parecía que levitaba acercándose a ellos a una velocidad pasmosa.

El encuentro con la sombra de este fantasma desaparecía y su rastro dejaba el más perturbador silencio.

Este fantasma aterrorizó tanto el pueblo de Saucedilla que se prohibió a los vecinos salir por la noche y se organizaron batidas para encontrar a ese extraño ser que se le apareció a dos jóvenes.

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