El 25 de marzo de 1936 fue el día en que Extremadura se rebeló. Se considera como el «otro» día de Extremadura, que pocos extremeños conocen.
En el hecho revolucionario participaron entre 60 y 80.000 campesinos y labradores que salieron de sus domicilios para luchar por sus tierras y repartirla entre todos.
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La rebelión
Dichos campesinos ocuparon y araron de una forma pacífica alrededor de 3.000 fincas de la provincia de Badajoz. Las instituciones intentaron evitar que se produjeran esas ocupaciones pero más tarde se vieron obligados a reconocer la magnitud del movimiento.
Este movimiento se originó para luchar contra la «injusticia social» acumulada durante siglos. Este hecho produjo un conflicto entre la legalidad republicana y la desobediencia civil de gran alcance.
El origen del movimiento revolucionario
El desencadenante de este movimiento fue la miseria, la misma que recorrió los pueblos de Extremadura. Debemos recordar que la forma de contratación en esa época era que los campesinos se contrataban en las plazas de los pueblos y allí el terrateniente era el que fijaba las condiciones de trabajo.
La República, para asegurar que los trabajadores tuvieran unas condiciones básicas, creó una bolsa de trabajo para que, al menos, los jornales se repartieran equitativamente.
Fue la primera vez que se tenía en cuenta las necesidades de los campesinos. Indudablemente esto provocó grandes problemas con los terratenientes y los poderes económicos que estaban en contra de la decisión de regular las condiciones de trabajo.
El poder agrario
Por primera vez en la historia de Extremadura, los campesinos tomaron las riendas de su situación, las cuáles eran bastante pésimas. Las enfermedades y la hambruna eran los protagonistas de sus vidas, tanto que más de una vez se comían cualquier animal muerto y enfermo.
Con el lema de «La tierra para el que la trabaja», al final fue una respuesta fallida a la aplicación de la Reforma Agraria del 32 y apoyada por la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra y asociaciones anarquistas.
Por este motivo, el 25 de marzo se convirtió en una fecha llena de simbolismo para Extremadura. Son varias las asociaciones que reclaman esta fecha como el Día de Extremadura frente a un 8 de septiembre de evidente carácter religioso.
Final con sabor amargo
La fecha de 25 de marzo de 1936 ha sido guardada en el baúl de los recuerdos, ignorada durante décadas, y es en los últimos años que se ha reivindicado.
Este hecho ha sido borrado de la historia de muchos pueblos. Muchos campesinos que formaron parte del movimiento revolucionario acabaron fusilados en las cunetas. No solo los asesinaron, sino que también se les hizo desaparecer borrando todo sus legados.